Si bien esta semana se lo­gró un acuerdo para avanzar en una solución para detener el alza en las cuentas de la luz, aún restan va­rias etapas.

En este escenario, han apareci­do voces, especialmente en la Cámara de Diputados, que apuntan a intervenir los contra­tos con las empresas de genera­ción, para reducir rápidamente el precio que se paga por aque­llos acuerdos que incluso fueron firmados antes de 2010.

Actualmente, y pese al fuer­te crecimiento de las energías renovables, estos contratos más baratos pesan muy poco en el paquete actual. Según ci­fras de la Comisión Nacional de Energía (CNE), los 12 con­tratos más caros suministraron el 43% del volumen de energía a las distribuidoras en 2022, mientras que los 12 más baratos solo llegan a 7%.

Incluso más, existen empresas que están sirviendo contratos que están indexados al precio de los combustibles, pese a que el suministro lo producen con cen­trales renovables, de mucho me­nor costo.

Frente Legal

Para el abogado Manuel Mat­ta, socio de Aylwin Matta, en el contexto actual no están los ele­mentos que hagan razonable una modificación de contratos. A su juicio, la idea de avanzar en esta línea introduce incertidum­bre regulatoria que no es reco­mendable.

«Lo deseable es que se avance en un proceso de normalización tarifaria y vemos que existen es­fuerzos en tal sentido de parte del Ministerio de Energía y del Senado, que buscan mitigar y acotar el impacto de alzas en las cuentas de la luz. Eso es lo ur­gente. Resuelto lo anterior, con­viene dedicarse a las necesarias reformas del sector que incluyen mejorar nuestros sistemas de transmisión y prepararnos para una adecuada transición energé­tica», asegura Matta.

Para el presidente de la Aso­ciación Chilena de Comerciali­zadores de Energía, Sebastián Novoa, desde el punto de vista legal, lo que está ocurriendo con las cuentas de la luz no es uno de los presupuestos contenidos en las bases de licitación, ni en los contratos, por lo que modificar precios no debería considerarse como una posibilidad para solu­cionar una contingencia.

No obstante, recuerda que las partes firmantes de un contrato siempre pueden llegar a un nue­vo acuerdo respecto de sus condiciones. «Lo principal es enten­der los intereses de las partes y, en este sentido, para un genera­dor nunca tendría sentido ingre­sar a una negociación si esta no le representa: un mayor valor a re­cibir en razón del nuevo acuerdo (aumentar el valor presente del negocio), o mayor certeza de re­cibir los ingresos esperados (re­ducción de riesgo)», explica.

Renovables

A la inversa, también existen empresas que buscan intervenir los contratos, pero para subir los precios ofertados. Según se de­fienden, ante diferentes eventos, como la falta de líneas de trans­misión, han visto impactadas fuertemente sus cuentas.

Es el caso de Acciona, firma que solicitó legalmente este mecanis­mo. Esta semana, la CNE fijó para el 10 de noviembre la primera au­diencia, instancia en la que se comenzará el proceso de revisión.

Para el académico de la Uni­versidad de Santiago Humberto Verdejo, la revisión de contratos podría ser utilizada como una solución estructural para mejo­rar las condiciones financieras de las compañías que voluntariamente manifiesten su interés.

Para el experto, este mecanismo es una alternativa que sería más transparente y justa que la reasig­nación de ingresos tarifarios que impulsa el Gobierno en el proyec­to de Transición Energética.

Sin embargo, Verdejo advier­te que aquellas empresas que ofertaron y adjudicaron licita­ciones de suministro lo hicieron de manera voluntaria, por lo tanto, asumieron riesgos. «El hecho de que dichos riesgos gene­raran perjuicios y/o beneficios es parte del proceso. Por lo tanto, no sería una señal positiva obli­gar a todos a renegociar y, por sobre todo, debiese ser volunta­rio», comenta.

La mirada del Gobierno

Hace unos días, el ministro de Energía, Diego Pardow, recordó la existencia de mecanismos pa­ra abordar esta situación.

Respecto a la solicitud de Ac­ciona, consignó que «esa es una renegociación de un contrato re­lativamente barato. Con los con­tratos de mayor valor, que refle­jan un mayor precio, efectiva­mente se hizo un proceso de acercamiento para evaluar posi­bilidades. Pero hay que entender que, en términos generales, las renegociaciones en materia de energía son completamente ex­traordinarias. Nunca habíamos tenido un procedimiento».

Para el gerente general de Systep, Rodrigo Jiménez, cual­quier cambio de este tipo se debe realizar a través de los mecanis­mos establecidos, cuya última instancia es el Panel de Expertos y, eventualmente, los tribunales.

En este sentido, y ante la au­diencia fijada, comenta que «preocupa la falta de asociacio­nes de consumidores de clientes regulados que realmente pue­dan ejercer un contrapeso efectivo en estos procesos. Será intere­sante ver cuál es la posición que tomará el ministerio durante la audiencia del 10 de noviembre y durante el resto del proceso».

Para el abogado Manuel Mat­ta, el aceptar la modificación de los precios adjudicados en las li­citaciones eléctricas desdibuja el sistema de Licitaciones y abre pa­so a la especulación. «Se daría la señal de que se puede ofertar a precios predatorios para adjudi­carse la licitación, para luego apelar a un aumento de precio», remarca.

Factor de retrasos

Una de las principales razones que explican la complejidad del tema de las cuentas tiene que ver con los retrasos en la publicación de documentos que son funda­mentales a la hora de fijar las tarifas. Esta tardanza ha provoca­do que se acumulen varios pro­cesos al mismo tiempo.

Según resume Rodrigo Jimé­nez, de acuerdo con datos de la CNE, por concepto de retrasos para el primer semestre de 2023, existe una cifra de unos US$ 937 millones, lo que ha funcionado, en la práctica, como un congela­miento en las tarifas. «Soluciones como la renegociación de contra­tos, ampliación de fondos de la ley MPC, subsidios y otras pro­puestas serán ineficaces si los fu­turos decretos no se publican a tiempo», advierte el experto.

Fuente: El Mercurio