Según estudios y expertos, la principal complicación que han enfrentado países que cuentan con esta tecnología dice relación con la privacidad de la información.
Polémica se ha generado en torno a la obligatoriedad que tienen las empresas de distribución de reemplazar los antiguos medidores eléctricos mecánicos, actualmente instalados, por aparatos inteligentes en todo el país. Todo comenzó con la controversia que apuntaba a que el costo de la instalación de la nueva tecnología recaería en los usuarios, lo que está intentando paliar el Gobierno con conversaciones para que las empresas generen incentivos en la ciudadanía, como comprar los antiguos medidores. A eso accedieron tres firmas, las que acordaron desembolsar $10 mil a los clientes que acepten el cambio. A esto se sumaron ayer las palabras del ex ministro de Energía durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, Máximo Pacheco, quien aseguró que las empresas le metieron «un golazo» al Gobierno de la Presidenta -cuando él dejó de ser ministro- con la aprobación de la norma que establece la obligatoriedad del cambio. La actual titular de Energía, Susana Jiménez, respondió asegurando que «las ex autoridades no pueden lavarse las manos».
El debate generado por la entrada de medidores inteligentes al sistema eléctrico no solo se ha producido en Chile, pues en otros países donde ya se ha aplicado la iniciativa también han habido discusiones.
Manejo de datos
La principal, señaló a Emol el director del departamento de Ingeniería de la Universidad de Santiago, Humberto Verdejo, dice relación con el «manejo de datos», ya que los medidores inteligente al monitorear el consumo eléctrico de los clientes, permiten acceder indirectamente a hábitos y comportamientos como cuándo estamos en casa, en qué horario nos levantamos o acostamos, e incluso en qué momento encendemos la lavadora.
En el caso chileno, aseguró el experto, esto de que las empresas «van a tener información que pudiese ser sensible para cada uno de los consumidores» se trata más bien de un mito producto del «mal manejo comunicacional» que se ha tenido respecto al tema. «La misma norma que impulsó la instalación de los medidores inteligentes obliga a que las empresas de distribución sean lo suficientemente responsables para manejar el uso de datos única y exclusivamente con fines de facturación».
Europa y Estados Unidos
Dicho eso, apuntó a Europa, afirmando que en ese continente el tema de la instalación de medidores inteligentes «se ha discutido por muchísimo tiempo. No es algo nuevo, ya está implementado. De hecho, en España ya existen tarifas flexibles», incluso afirmó que hay un convenio suscrito por la Unión Europea al 2020 en el que «los países se comprometieron a introducir la tecnología de los medidores inteligentes».
«Pero las principales barreras que existe hasta el día de hoy es el tema del manejo de datos», insistió. En el estudio dado a conocer hace algunos días por la consultora Systep, de nombre «Medidores inteligentes: Los desafíos de un cambio tecnológico», se señala que la Unión Europea, el año 2011 tenía un total de 45 millones de medidores inteligentes, mientras que Reino Unido hasta el año pasado contaba con 12 millones y Estados Unidos tenía el 2017 80 millones de este tipo de aparatos instalados. «Los desafíos enfrentados por esos países se concentraron principalmente en el ámbito de los marcos regulatorios, los cuales permiten realizar cambios relevantes para beneficiarse del uso de los nuevos medidores. Los puntos abordados son: acceso a la información de los medidores, apertura de nuevos mercados y calidad del suministro», explica el documento.
En relación a la privacidad de la información, la investigación indicó que en la Unión Europea «los mecanismos de regulación determinan que el cliente es dueño de la información que entrega el medidor y tiene, además la facultad de definir perfiles de privacidad según lo decida». «Un ejemplo de esta política ocurre en Francia, donde las distribuidoras tienen acceso a las medidas diarias de los clientes, sin embargo, para obtener una información más detallada en forma horaria se debe solicitar el permiso expreso al cliente», apunta el estudio.
Obligatoriedad y experiencia en América Latina
En términos de obligatoriedad de las empresas chilenas de cambiar todos los medidores antiguos, el caso de Alemania se distancia de la norma nacional, y es que en dicho país se estableció que los aparatos inteligentes solamente son obligatorios para clientes que consumen más de 6.500 kwh, y para los que están en el sistema de generación distribuidora con potencia superior a 7 kw. En Inglaterra, en tanto, según dijo a este mismo medio el gerente general de Systep, Rodrigo Jiménez, el cambio a medidor inteligente es «optativo. Si tu quieres te instalan el medidor», aludiendo a que una medida similar tuvo que haberse implementado en Chile. «No debió aplicarse tan masivamente. Todavía faltan muchos otros temas en la regulación por mejorar para que este tipo de dispositivos tengan un aporte efectivo para el cliente final», comentó.
Según el estudio «Energía Inteligente: Experiencias, costos y beneficios, lecciones para Chile» confeccionado por Fraunhofer Chile para Corfo el año 2014, en Canadá, por ejemplo, las reacciones que ha tenido la población a esta iniciativa «ha sido mixta. Algunos grupos han protestado por las instalaciones de los medidores inteligentes basados en sus preocupaciones sobre privacidad y salud». Mientras que la iniciativa en países de Latinoamérica se concentra en Colombia, México y Brasil. Este último contempla una inversión de US$36 mil millones hasta 2020 para la implementación de medidores inteligentes. «En Colombia y Brasil el concepto que más he generado la irrupción de la ciudadanía tiene relación con el manejo de los datos», concluyó Verdejo.